La experiencia del espacio
La arquitectura es más que una estructura: es saber utilizar sus espacios. Al usar el espacio de forma adecuada, se puede crear un sentido de dirección y propósito. También se puede generar un ambiente dentro de estos espacios. Debemos saber cómo usar los espacios positivos y negativos, y cuándo hay que sustraer en vez de añadir para crear un espacio verdaderamente interesante.
Un espacio usado correctamente te dirige de manera lógica hacia donde quiere llevarte. En la lectura podemos ver cómo, en las aguas termales de Vals, la disposición de los espacios te guía naturalmente de uno a otro. Desde el momento en que entras por el túnel que conduce al interior, el mismo lugar comienza a orientarte. Es como adentrarse en una cueva que, aunque es una construcción humana, busca ser percibida como una sustracción del terreno, una especie de excavación que te invita a un recorrido de relajación y descubrimiento.
Estos espacios debemos verlos como la posibilidad de crear una experiencia, y no solo como paredes unidas. La arquitectura, en gran parte, se trata de descifrar qué se hará con el espacio creado. En la lectura podemos apreciar lo bien que fueron utilizados los espacios: en cada uno se genera una experiencia completamente distinta. Es como una inmersión en un lugar donde el tiempo deja de existir, y solo queda una conexión humana a través de las diferentes sensaciones que cada espacio provoca.
Un espacio bien aprovechado puede conducirnos a distintas experiencias y sensaciones, creando momentos inolvidables. Además, da un sentido de dirección que, hasta cierto punto, transmite paz mental, ya que elimina la carga de pensar hacia dónde ir y permite simplemente dejarse llevar por los espacios. Usando la luz, las texturas, los colores y otros elementos, se puede crear un ambiente que despierte emociones específicas. Así, el espacio se convierte en un medio para dirigir al público hacia nuevas formas de sentir.
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