Un balance en el diseño

        Para poder diseñar exitosamente, debes tener un juicio estético e integrar siempre el diseño. Se debe lograr un balance entre lo que tú quieres, lo que el cliente desea y lo que la sociedad necesita. El diseño debe estar presente en el producto desde el inicio, no debe ser algo que se deje para el final. Cuando integramos un diseño bien pensado a nuestro producto, logramos alcanzar un resultado exitoso.

       Al diseñar, debemos entender que no solo se toma en cuenta lo que queremos nosotros, sino también que existe un cliente y una sociedad a los cuales debemos satisfacer. Es importante considerarlos, ya que esto nos da un sentido de sensibilidad hacia las necesidades de los demás. Además, nos ayuda a explorar más ideas que tal vez no se nos hubiesen ocurrido si solo buscáramos dentro de nuestras propias necesidades. Cuando juntamos estos tres puntos, es fundamental recordar que no debemos sacrificar nuestra creatividad o esencia, sino buscar un balance entre nosotros mismos y el mundo. Al unir estos aspectos, se obtienen resultados funcionales, creativos y, muy posiblemente, exitosos.

       El diseño debe ser pensado desde el comienzo del proceso creativo; no debe ser algo que se analice únicamente al final. Cuando integras tu diseño desde el inicio y planeas la funcionalidad junto con él, tu estructura o producto cobra mucho más sentido. Se percibe como algo planificado, lo que transmite paz visual y armonía. De esta manera, se entiende que no se trató primero de resolver la funcionalidad y luego de buscar cómo cubrirla o adornarla, sino que se concibió un diseño estético y funcional al mismo tiempo, logrando una verdadera armonía, ya que ambos elementos van de la mano y no compiten.

       Al integrar un diseño que una tu idea con las necesidades del cliente y de la sociedad, y que además dé lugar a un espacio o producto funcional, se alcanzan resultados verdaderamente satisfactorios. Si desde el principio incorporas un diseño pensado únicamente en ti, es posible que no complazca lo suficiente al cliente; en cambio, si unes los tres aspectos en el diseño planeado desde el comienzo, no solo estarás satisfecho con tu propuesta, sino que también tendrá mucho más éxito. Así, el diseño se convierte en una herramienta poderosa que no solo resuelve problemas prácticos, sino que también genera un impacto positivo en quienes lo utilizan.

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